miércoles, 9 de febrero de 2011

El Tercer Vértice I. El Soñador (4 de 16)

Mil años atrás, en Britania, las tribus icenas se habían alzado contra la ocupación romana incitadas por su reina, Boudica. Corría el año 60 después del nacimiento de Cristo, o al menos así lo aseguraban los calendarios. El emperador Nerón no escatimó gastos para reducir la rebelión. Pero sus legiones caminaban despacio y con la mirada afilada, desconfiando de las fuerzas ocultas de la isla más incluso que de las armas nativas. Los druidas bretones poseían una sabiduría natural tan antigua como poderosa, y el poder que no manara de la propia Roma era un peligro para la estabilidad del imperio, para la paz de la loba que amamantó a dos niños. El general Suetonio Paulino lo sabía, como su emperador, como todos. Aún así, habría preferido arrojar sus tropas contra otras fuerzas más militarizadas de los celtas de no ser por las pesadillas que lo habían estado acosando durante meses, igual que acosaron antes al propio Nerón.

Ambos soñaron con una rana que les susurraba al oído. Sólo croaba, pero ellos lograron entenderla, sintieron su dolor y su ira. El pequeño anfibio temía a los druidas, y el miedo es la enfermedad más contagiosa de todas. Si los druidas no iban a la guerra, la guerra iría a ellos. Animado por el croar de la rana, el laureado general se lanzó en su búsqueda. Ya habría tiempo para Boudica y sus miles de guerreros.

Seutonio Paulino cercó a los druidas en Inis Mona, su máximo santuario, donde se reunían bajo las sombras de un bosque sagrado. La energía de los elementos fluía allí con un cauce excepcional. Algunos legionarios romanos lo notaron, pero eso no los detuvo. Nerón fue estricto en sus órdenes. Las lanzas y las espadas debían segar tantas vidas como pudieran, pero eran las antorchas las que le darían la satisfacción de la victoria. Talaron y quemaron hasta el último roble, descargando una furia especial contra los más cubiertos de aquel muérdago tan presente en sus pesadillas. El cielo se tiñó de gris, las llamas lamieron la tierra y terminaron la obra iniciada por las hachas. Las raíces arrancadas liberaron un grito mudo que nadie escuchó, y el suelo lloró con ellas mientras era obligado a beber sangre de druida.

Ningún historiador posterior supo explicar por qué Roma malgastó sus fuerzas en aquel ataque, en lugar de dirigirse hacia Boudica y rubricar un triunfo más significativo. Nadie comprendió por qué Nerón, sin embargo, agradeció a su general tal despropósito.

Más al norte, en la Irlanda de los tréboles y los duendes que escondían tesoros en calderos, tres dioses volvieron la vista para otear el horizonte. Dagda y Lugh negaron con la cabeza, sombríos, pero no se movieron. Sólo Morrigan cargó una flecha en su arco y curvó los labios en una sonrisa dañina. Los otros la detuvieron. No era su guerra.

Inis Mona ardía. Pero Seutonio Paulino cometió un error. Dejó que algunas bellotas escaparan de las dentelladas del fuego.

Mil años después, en Britania y fuera de ella, aún germinaban robles de su linaje. Savia sagrada.

Ningún padre muere del todo si su semilla ha dejado encinta a una futura madre.

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6 comentarios:

  1. Que pasada! He llegado aqui por casualidad (de tu entrevista en Circo Iberia) y me ha gustado esto del Tercer Vertice. Te habras empapado de historia imagino para escribir todo esto. Mola.

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  2. Hola, gracias por pasarte. Circo Iberia es un portal cojonudo. Aún no he sacado ni una quinta parte de la Historia que pienso transmutar aquí. Te invito a seguir el 3ºV. Saludos.

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  3. Te doy la espalda un momento y, cuando me vuelvo, parece que estoy leyendo una historia diferente. El peligro de este desmembramiento argumental es que es que todo tiene que confluir de forma coherente al final y hay que saber hacerlo. De momento es un rompecabezas inconcluso. Así que habrá que seguir leyendo.

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  4. Los experimentos son así, Mo. Juntas ingredientes hasta que logras una fórmula mágica o te revientan en la cara. Los fragmentos sólo se podían atar si estaban previamente desatados. Sigue leyendo y verás la luz. Un beso.

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  5. Una historia, un relato en sí mismo. Muy chulo. A ver como se funde en en Tercer Vértice...

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  6. Se fundirá, aunque al final quede un puzzle de muchos colores.

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