Con este ya van tres. Si alguien pensó que a partir de aquí se iría encauzando todo, se equivocó. Sigo liando la madeja. Continuamos tras los pasos del soñador.
-------------------------------------------------
La oscuridad era una manada de lobos negros acechando a sus dos presas de luz. En ese momento pareció cobrar espesor, como humo convertido en brea. Olía a vísceras de montaña, a humedad añeja.
—Tres demonios —dijo la pitonisa—, como ya sabíamos. Antiguos, dormidos. Uno ya despertó en tiempos de Nerón, pero aún no ha hecho eclosionar ningún huevo. No veo nacimientos señalados con su marca. Es joven comparado con los otros dos, y se ha debilitado con el tiempo. No sabe alimentarse.
El soñador asimiló los datos sin intervenir, ni preguntar qué parte de esa información era ya del conocimiento de la mujer y qué otra parte estaba averiguando ahora, sonsacándosela a los huesos.
Nerón, último emperador de la dinastía Julio-Claudia. Ejecutó a su propia madre y dicen que se dedicó a componer con su lira mientras Roma ardía. Cazador de cristianos, los mismos que luego se adueñarían de su imperio para predicar un bien que poco a poco se iría convirtiendo en un mal más. Esa nueva fuente de mal levantaría catedrales, y ante ellas quemaría libros y personas por igual, siempre en nombre de su nuevo e indiscutible dios. Ella predicaría las revelaciones de Juan como si fueran suyas.
Apocalipsis 16-13: «Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas.»
Roma era el falso profeta, el profeta usurpador.
—Otro de ellos ya está despertando en Oriente —continuó la anciana—, bajo una lluvia que dura ya seis días sin descanso y durará otros seis más. Allí hay selvas que devoran hombres. Sus árboles piden al cielo más agua de la que acostumbran a mendigar los bosques de nuestra tierra.
No hacía falta más. China: El dragón. Ya tenía otro lugar.
—Nada sé del tercero —siguió ella—, porque nacerá arropado por una bruma que me impide ver algunos retales de futuro. Pero si tiene nombre dejará un rastro que seguir. Los nombres no son más que puñados de letras cosidas. Busca a aquellos que buscan la magia de las letras. Algunos hasta la entienden.
—Todo en este mundo encierra algo de magia.
—Pero la magia es esquiva. Los maestros Maran de los judíos la persiguieron, sin éxito. No obstante, su alfabeto se acercó a ella lo suficiente como para comprender algunos enigmas. Dejaron su marca más que impresa en una ciudad.
La mención de aquel pueblo, el primero que alzó plegarias a Jehová, hizo que el soñador, de origen italiano y acostumbrado a merodear por juderías, se acordara al instante de un millar de lugares donde poder encontrar a alguno de sus hijos devotos. Pero no era suficiente. Desvió su pensamiento a otra tierra, al ojo del huracán, al eje espiritual desde donde parecían girar los más enloquecidos vientos de la fe, a la ciudad amurallada donde tres religiones latían como arterias disputándose un mismo corazón.
—Jerusalén es cristiana desde hace muy poco —sentenció—. Hace tres décadas, los cruzados la convirtieron en un reino casi francés. Ahora es un foco de violencia.
La pitonisa recogió los huesos de una zarpada, ágil como un gato atrapando a un ratón.
—La violencia durará. Jerusalén no es de nadie. Nunca lo será. Pero ese reino latino tiene los días contados. Acude allí sólo si te lo mandan tus sueños. Si no, recuerda que no hace falta adentrarse en el hormiguero para ver hormigas. Duerme. Sueña. El destino te guiará. No me corresponde a mí hacer su trabajo.
*****
"Asimiló los..." ¿Datos? Quizás sea yo, pero esa palabra se ha transformado demasiado con el tiempo y me es muy de lenguaje jurídico-administrativo-informático... Pero a mí ni caso. ;)
ResponderEliminarVuelto a leer no me rechina tanto. Soy yo, demasiado estudio (ji!)
ResponderEliminarEl estudio nunca ha dado nada bueno en zopencos como nosotros, Luk. Pero lo cierto es que hasta yo empiezo a ver esa palabra fuera de sitio ahora que me fijo. ¿Lo que estudias es un master de sugestión? :p
ResponderEliminar